Desde aproximaciones sensibles y vivenciales he podido abordar en mis investigaciones artísticas los contrastes y contradicciones que se viven en los espacios fronterizos de la ruralidad, (zona centro-sur de Chile y actualmente, en España) en su encuentro con el avance técnico emanado del proyecto moderno.
Memorias de la oscuridad, imágenes de mundo para la transición energética, es el título temporal de la investigación académica y artística que he venido desarrollando los últimos años y que se remonta al período que viví en la zona rural de Colbún (Chile), a pocos kms del mega central hidroeléctrica que lleva el mismo nombre del pueblo. Desde este enclave socio-ecológico surgieron gran parte de las inquietudes e intereses actuales por comprender las derivas simbólicas de nuestros hábitos y usos energéticos en estos espacios de transición rural/urbanos.
En Colbún, la gran “fábrica de luz” convertida en templo de la modernidad, plantea la paradojal relación entre estructura energética y entorno rural, al situarse en un medio donde sus habitantes vieron llegar parcialmente la energía eléctrica a sus hogares hace tan solo 20 o 30 años, quedando aun espacios de oscuridad dentro del gran mapa nocturno de la tierra.
Es en aquellos lugares que no han sido alcanzados por la electricidad donde interesa preguntar por la subsistencia de una memoria socio-ecológica de la oscuridad en la ruralidad contemporánea, mediante las interacciones energéticas, biológicas, sociales, existenciales, mentales y medioambientales en torno a las infraestructuras energéticas instaladas en territorios rurales.
La frontera asumida es aquella que se abre entre luz y oscuridad, como transición energética y también epistemológica, donde nuestros hábitos modernos -de la claridad- oscilan y se interfieren cuando bordean el logos oscuro de la pre-modernidad.
Mediante aproximaciones histórico-sociales de una lógica contextual y una metodología pluralista e interdisciplinar, vinculo la transición energética global con la crisis de la representación y una posible transición epistemológica.
A partir de las intersecciones y superposiciones que se dan en los diálogos naturaleza-cultura, donde los significados se comprenden y transforman en coherencia con un contexto específico, he abordado la relación entre sistema, entorno e imaginarios con la memoria socio-ecológica de la oscuridad a través de relatos y memorias culturales de comunidades ligadas a su estructura energética.
A modo de pequeñas pruebas piloto, los archivos y diarios de campo buscan practicar una transdisciplinariedad donde se activan discusiones respecto no solo a las metodologías, sino también a la manera en que el arte puede y debe sumarse a un debate acerca de cómo adquiere su conocimiento y cómo activa sus propios mecanismos de investigación, renunciando a la idea de obra como resultado y pasando necesariamente por un proceso de auto-observación de la distancia a la que se encuentra respecto al territorio que investiga.
Las subjetividades colectivas en torno a la tecnología de la electricidad y las memorias de la oscuridad han sido abordadas en contextos rurales o semirurales en Chile y España.